No recuerdo bien qué estaba haciendo o como celebré mis 20 años. No tengo imágenes de mi cumpleaños de ese entonces y no tengo ni un registro de cómo pasé ese cumpleaños. Lo que si recuerdo es que, cuando cumplí 30 años, no me quise levantar de mi cama. Estaba absolutamente deprimido con la sensación que no había logrado nada en estos años que llevaba caminando sobre la tierra: mi carrera cómo músico no había explotado, trabajaba en un lugar que no era ni agradable ni desafiante, estaba en una relación de pareja con una mujer extraordinaria que, sin embargo, era una relación que se sentía vacía y sin un propósito común. Gracias a esa pareja, y un montón de amigos, terminé pasándola muy bien, pero me quedé con esa sensación muy presente para las siguientes semanas.
Fue cuando comencé a tomar en serio ir a terapia.
Este año fue mi cumpleaños 40 y, según algunos cálculos que hice en los últimos 10 años, estoy entrando a la etapa que llamo la mitad de mi vida . Es mi expectativa ser un aporte a la sociedad hasta los 85 años, lo que pase después, creo que dependerá de lo que me depare la vida. Para este cumpleaños no me deprimí, ni me sentí vacío, pero cargo con un dolor y una deuda pendiente (pero no hablaré de eso en esta oportunidad). Sí, no hay depresión ni vacío, solo una necesidad de agregarle más intención a mi vida.
Vientos de cambios
Después de una mala racha de trabajos llegué a una importante empresa de telecomunicaciones de Chile a trabajar en lo que amo: diseño de interacción para plataformas digitales (Diseñador UX para abreviar), Era el único diseñador UX de esa área y de a poco me hice de fama de resolutivo basado en métricas. Fueron 3 grandes años de mi vida que recuerdo con mucho cariño, pero llegó un momento que quise crecer: el dinero no me alcanzaba del todo (por mal manejo y por otras variantes), el desafío laboral ya no era tal y quería hacerme cargo de más cosas y de tomar más decisiones.
Tomé las herramientas del diseño y me preparé para hacer el cambio: hice un diagnóstico de mi situación: el por qué y para qué quería crecer, mis habilidades que podrían facilitar ese cambio y el monto y la cantidad de responsabilidad que ambicionaba y qué podía sostener. Fue mi forma de empatizar conmigo mismo para saber tomar una decisión.
Con ese levantamiento de información, caí en la etapa de Definición y las posibilidades que tenía a disposición eran:
- Lograr un ascenso en la empresa actual que ampliara mis responsabilidades y mejorara mi remuneración, abriendo la puerta a tener mi propio equipo y definir (siempre con métricas) como deberíamos organizarnos junto a las demás áreas. ¿Nivel de desafío?: alto y atractivo. ¿Posibilidad de que se realizara?: incertidumbre media; ya conozco la empresa y las personas, sé como abordarlos y sé como se hacen las cosas. La pelota, estaba al otro lado de la cancha.
- Encontrar un trabajo en otra empresa, con las características que quería para el puesto anterior: desafiante y mejor pagado. Quería que fuera en una empresa de servicio, con foco en la experiencia de cliente/usuario, con una cultura de diseño potencial donde pudiera desafiarme y aprender al mismo tiempo.
- La tercera opción era el comodín: podía probar tener un segundo ingreso de dinero, con el suficiente desafío para no hacerme pedazos en el intento, pero que me ayudara a salir de deudas y terminar el mes con números positivos. Trabajé en un proyecto que me demandaba mucho tiempo solo al principio y después solo era una aplicación de lo ya desarrollado. Me ayudaría a, abonar mis deudas y, eventualmente, lograr ahorrar dinero (cosa que no había hecho en mis 38 años de mi vida)
Por lo cual prototipé una solución para hacerme cargo en cada uno de las posibilidades:
- Presenté un proyecto en mi actual trabajo que me obligaba a crecer y tener más responsabilidades. Me reuní con todos los gerentes que debía reunirme (y con un montón de personas más que nunca entendí que tenía que hablar con ellos). Me quedé con la sensación que estaban viendo mi caso y eso me motivó mucho más.
- Fui a muchas entrevistas para el cargo que estaba buscando. Incluso, si no me parecía o no me veía en ese cargo: en el peor de los casos, obtenía retroalimentación para mejorar mi portafolio y mi curriculum, saber cuanto estaba ofreciendo el mercado para un diseñador con mis características y poder ajustar mi salario si fuera necesario.
- Desarrollé el contenido y la estrategia para mi segunda pega y, hasta logré un par de clientes (unas pymes pequeñas que tenían un gran potencial de tener una relación a largo plazo).
Con esto, ya tenía el plan andando, solo bastaba cuestión de tiempo para que El testeo terminara y lograra implementar algunas de las soluciones.
La 3era solución resultó más demandante de lo que pensaba: los clientes me querían con tiempo completo a disposición y a cada uno tuve que tomar un enfoque más a medida de lo que proyecté.
La solución 1 parecía que en verdad no avanzaba. Poco tiempo después de ir de una oficina de un gerente hacia otra oficina de otra gerencia, sentí que estaban haciendo tiempo y no había forma que me dieran el ascenso que pedía.
La solución 2 solo buscaban a personas con mi experiencia pero con el monto mucho menor de lo que esperaba.
Ya estaba perdiendo la esperanza.
Hasta que llegué a la oferta de trabajo que cumplía todas mis expectativas: un mayor desafío profesional (me iría a liderar un equipo de trabajo), era un nuevo proyecto, podía influenciar en cómo se trabajaba y además la remuneración estaba dentro de mis expectativas.
Al anunciar mi salida del trabajo en el cual estaba, me ofrecieron una mejora de sueldo y cambio de responsabilidad que contemplaba dejar de ser diseñador y ser responsable de toda una célula de trabajo. El desafío era interesante, la remuneración no era despreciable, pero estaba fuera de lo que quería: yo quiero ser diseñador UX. Por lo que la decisión se me hizo mucho más fácil. Tomé mis cosas y me cambié de empresa.
De ahí las cosas solo mejoraron: Luego de meses de estar en mi nuevo trabajo me ascendieron, logré obtener más responsabilidades y desafíos, una remuneración acorde de la demanda y hoy lidero un equipo de 12 personas. Todo salió mejor de lo que pude proyectar.
Pero, hasta el día de hoy me sigo preguntando: Si no hubiese realizado el diagnóstico (qué es lo que me faltaba y qué es lo que necesitaba), si no hubiese definido los posibles caminos que tomar, prototipar cada uno de esos caminos y testear la solución en cada escenario ¿Habría aprovechado la oportunidad cuando se me presentó? Aún no logro tener una respuesta.
¿Qué tal si pudieras diseñar el futuro que quieres?
Deje de beber, dejé de matarme con alcohol. Comencé a pensar: “Si puedo dejar de hacer esto, ¿Cuáles son las posibilidades? Y de a poco me fui dando cuenta que, tal vez, valía la pena el riesgo.
Craig Ferguson
En resumen, apliqué el pensamiento de diseño para mejorar mi presente (en ese momento) laboral. Al encontrarme con una excelente oportunidad la pude contrastar con lo que había definido y tomé una decisión en línea con los futuros posibles que había revisado. Al final fue una decisión que se sintió llena de intención y apropiación, no como algo de suerte en la cual no tuve nada que ver (como otras decisiones que he tomado en mi vida).
Mi vida laboral comenzaba a avanzar pero comencé a observar (más que nada a reconocer) que ni mi salud, ni mis relaciones y ni siquiera mis valores y principios estaban alineados a una brújula central. Había desajustes en todas esas materias y de un día para otro se me hizo innegable que no me estaba permitiendo realizar mi vida, ser un buen amigo, ser una buena pareja o miembro de mi familia y eso, inevitablemente, van afectar mi vida laboral.
Al comparar la celebración de mis 40 años con la de mis 30, sin dudas las cosas no son iguales, claramente estoy en un mejor lugar. Parte de mi trabajo es reconocer todo lo bueno que he realizado, todos los logros que he acumulado y logrado. No quiero decir que estoy mejor, pero creo que el progreso se ha mantenido y me hace feliz. No puedo negarme eso. Pero en la noche, cuando no hay mucho ruido, la lista de podcast se acaba, no hay más videos de youtube en la lista de “ver más tarde” o el feed de instagram no muestra nada nuevo… aparece esa sensación de vacío que apareció en mi cumpleaños número 30 y que se ha mantenido en el fondo hasta el día que escribo estas líneas…
¿Qué tal si utilizo esa misma metodología que usé para cambiar mis condiciones laborales para revisar otros aspectos de mi vida? ¿Si lo tomo para revisar y resolver mi salud, mi vida personal, mis relaciones y, finalmente, vivir una vida con intención? Como un problema de diseño, no es la solución a mis inquietudes, es un sistema para encontrar una solución adecuada a mi contexto determinado.
Es una pregunta que me atrae mucho investigar.
Y, como no he dejado de ser diseñador, una de las habilidades inherentes que tiene el diseño es ir y perseguir las preguntas que aparecen. Como dijo Juan Carlos Camus (Arquitecto de la información chileno) “si un problema se nos aparece, somos llamados a investigarlo” pero creo que estoy parafraseando.